sábado, 26 de julio de 2008

Ricardo Baigorria y las figuras imposibles

Toda obra realizada sobre un plano, ya sea pintura, grabado, fotografía es un engaño; un engaño en que autor y espectador son cómplices; con esa obra se trata de dar la ilusión de profundidad, de relieve, de corporeidad y el espectador es conciente (y cómplice) de ese engaño cuando contempla esa representación.

Si partimos de esa premisa concluimos que el espectador de la obra va preparado para ver una pseudo realidad representada en ese plano que le ofrece el artista, es decir va preparado para ser parte de un grato engaño, de un trato implícito con el artista en donde trata de ver lo que el autor trató de representar.

Pero cuando ese espectador es sorprendido por imágenes que “parecen” representar la realidad pero que no cumplen completamente con ella, sino que hay perspectivas o planos imposibles se arriba a un sector del arte en donde se empieza a dudar de lo que ve, de su propia percepción.

Tal es el caso de las figuras imposibles, de la representación de los mundos imposibles.

Desde antes del Renacimiento este tipo de expresión artística fue utilizada; con poca frecuencia es verdad; pero es posible encontrar en la historia del arte muchos ejemplos de ello; véase por ejemplo las cárceles inventadas del arquitecto y dibujante Giambattista Piranesi quien en 1760 publicó una serie de litografías titulada “Carceri d'invenzione”; a pesar de su larga trayectoria, las figuras imposibles comenzaron a ser estudiadas y analizadas recién en el siglo pasado, aproximadamente en la década del 30; artistas como Oscar Reutersvard con su tribar, L.S. y Roger Penrose con su publicación "Figuras imposibles: una clase especial de Ilusiones Visuales", Sandro del Prete con sus dibujos metamorfoseados, Istvan Orosz que utilizó elementos varios para crear ilusiones ópticas y anamorfosis y principalmente Maurits Cornelis Escher con su período de arquitectura fantástica y puntos de vista totalmente insólitos para la época, fueron cultores de esta disciplina.

En fotografía son pocos los artistas que buscaron plegarse a representación de figuras imposibles.

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